CBJA ALCALÁ
COOLTURA DE CLUB
“Lucha de gigantes, convierte, el aire en gas natural…”
Al igual que el maestro Antonio Vega advertía de un duelo salvaje que te abría las puertas al sentimiento de fragilidad, nuestros chicos fueron protagonistas de una verdadera lucha de gigantes en la que sintieron su propia vulnerabilidad y, también, su fortaleza.
Gigantes en frente por tamaño y envergadura, gigantes de nuestro lado por corazón enorme, capaz de bombear pura lava abrasadora cuando el partido, de verdad, pedía fuego. Para poner contexto a la victoria, Torrelodones comenzó la temporada disputando Serie Oro desde donde cayó como quinto clasificado de su grupo empatado a victorias con el cuarto. Un cuarto/quinto de la tabla de los mejores no es, lógicamente, tan potente como el corte superior pero algo tiene. Y BT tiene algo, desde luego: altura general, físico para hacer daño por dentro, un par de chicos con criterio con balón…y uno de los jugadores más determinantes a los que nos hemos enfrentado en todos estos años.
No digo mejor, digo determinante. A su tremenda altura suma una envergadura sensacional y una coordinación que le permite encarar con una potencia superior a la de la mayoría de infantiles del campeonato. Atrás, cada entrada de los nuestros se encontraba de golpe con un eclipse que oscurecía el camino hacia el aro. Sus larguísimos brazos taponaban, desviaban, corregían, obligaban a tirar sin la naturalidad habitual. Por eso, trabajar las anotaciones, insistir sin miedo, asumir la dificultad pero rebelarse contra ella fueron algunos de los méritos del Tornado como también ofrecer una muestra de carácter grupal, trabajar de forma solidaria en defensa o pelear con rabia cada balón suelto.
La batalla se planteó desde el inicio: intensidad, penetraciones potentes de su parte y acciones técnicas notables de la nuestra, carga de rebote de su lado y circulación y cortes morados (más que en anteriores choques)… Los dos equipos intentaban decantar el partido con sus armas asumiendo que la tensión y la exigencia física iban a acumularse en las piernas en la recta final.
Comenzó el segundo cuarto con una interesante ventaja del Tornado: 9-15. Torrelodones apretó incluso más en el contacto y la intimidación de sus hombres altos hizo daño. El Juande atravesó una fase de pases imprecisos y pérdidas por transiciones precipitadas que favorecían las contras locales, algo que beneficiaba en mucho su juego dada la potencia en carrera de su mejor jugador. Atrás, nuestra defensa no conseguía parar con ayudas sus acciones más peligrosas y el parcial dictó un peligroso 20-9 que envió el choque con desventaja de cinco puntos. La segunda parte supuso un plus de garra morado.
El equipo entendió que debía aplicarse con más pasión en las ayudas, reducir los errores y competir sin temor pero el desgaste de los dos equipos crecía, la sangre no llegaba fresca hasta el cerebro y las acciones apresuradas, los arrebatos impetuosos, los fallos evitables seguían produciéndose. Varios robos en acciones individuales defensivas nos dieron aire y apuntaban a lo que llegaría después pero el equilibrio no permitía sacar conclusiones para el resultado final. Llegamos al último cuarto con los mismos cinco puntos desfavorables que al tiempo de descanso.
Entrábamos en el momento decisivo con el sonido de las cadenas que arrastran nuestros fantasmas más inmediatos, victorias que se escaparon entre los dedos en últimos cuartos mal ejecutados por el equipo. Esta vez, demostraron que la experiencia se ha canalizado en aprendizaje. El esfuerzo defensivo fue titánico, la pelea individual y colectiva, los robos arriba, la eficacia en la defensa presionante en banda… Los chicos fueron valientes, acertaran o erraran en sus tiros o en sus intentos de anticiparse atrás. Su esfuerzo, épico. Conseguimos situarnos por delante a falta de 4:34 (52-53) y, esta vez, no se escapó. No se podía escapar.
Esta vez, no. Los chicos merecían un premio a su superación, a su lucha angustiosa, a su entrega. A 1:37 su mejor chico se marchaba al banquillo eliminado. La afición morada respiró aliviada y reconoció su gran actuación con aplausos. Su rendimiento en los últimos minutos había decaído por el cansancio pero su salida prácticamente ponía el lacre a la victoria, un triunfo celebrado por todos los chicos inundados de sudor y felicidad. La entrega extenuante tuvo premio.