CBJA ALCALÁ
COOLTURA DE CLUB
Comerse el futuro
VILLALBA 42 - 49 CBJA 52
Seguramente, no todos conocerán la referencia pero el partido de Villalba parecía, por momentos, un capítulo de Campeones. Los más jóvenes dirigirán su mente hacia la más reciente (y brillante) película de Fesser pero, los que sacamos brillo a la calva, recordaremos con nostalgia los dibujos animados de Oliver y Benji, aquellos en los que los partidos duraban veinte meriendas y los terrenos de juego atravesaban continentes.
El escenario del partido tenía las dimensiones de cualquier choque de canasta grande, una pista sobredimensionada para chicos de 8 y 9 años que se veían obligados a un despliegue físico extraordinario. Cada ataque era un capítulo, como en Campeones. Una vez asumido que la exigencia de esfuerzo iba a ser mayor que en el resto de la temporada, añadimos que en los minirraptors había varias ausencias, lo que obligaba a redoblar la entrega. Y para más inri, los chicos que no estaban eran los más físicos, los más altos, lo que multiplicaba la gesta a realizar. A los jugadores presentes solo les quedaba mirarse, apretar los dientes y currar. Y vaya si curraron.
Con nuestro minirraptor más alto de la mañana agrandándose en la zona para ir a tapones y rebotes por doquier, el resto se enfundó el traje de gladiador listo para la batalla. Mientras Villalba rotaba y hacia cambios masivos con frecuencia, el Juande exprimía el trabajo y cada chico se entregó al máximo en los minutos que estuvo en cancha, aportando lo que sus capacidades le permitieron pero sin escatimar una lucha en un balón suelto, una carrera en una contra o un esfuerzo extra en una defensa.
Realmente, es emocionante ver a chicos tan pequeños sacar fuerzas de flaqueza y tirar de coraje cuando el aire no llegaba al cerebro. ¡Chapó! Comenzó el partido con intensidad y ritmo alto, algo que elevaría el peso de los minutos en las piernas. Intercambio de canastas y 12-12 al final del primer cuarto.
Los chicos se dieron cuenta de que podían competir con garantías a pesar de las dificultades y siguieron respondiendo al alto ritmo con soltura, llegando al descanso con ventaja de cuatro puntos y ampliándola a seis al final del tercer cuarto.
Villalba no se rindió ni mucho menos y obligó a los morados a fortalecerse atrás para asegurar la victoria por siete puntos. No se perdió ningún parcial, algo admirable por la regularidad, la constancia y el entusiasmo que demostraron cada uno de nuestros pequeños.
Fue una lección, un ejemplo admirable de una generación de jugadores que tiene hambre para comerse el futuro.